El triunfo del franquismo en la Guerra Civil Española (1936-39) y en los casi cuarenta años de posguerra conllevó un regreso a las costumbres de la España más tradicional y un recorte drástico en los derechos de la mujer. Se anularon los avances conseguidos en el período republicano (1931-39) y la mujer se sometió a las normas de la España católica: esposa, madre, encargada de las labores del hogar, subyugada legalmente al hombre y relegada a su papel matriarcal, lejos de trabajos (salvo domésticos, sanitarios y escolares) y de estudios universitarios.
Desde el punto de vista económico, España vivó durante esos años un periodo de miseria y atraso: se quedó aislada internacionalmente. Se estableció la autarquía (se buscaba que España fuera autosuficiente) pero enseguida se vio que esta medida no funcionaba. La población pasaba muchísima hambre y se impusieron las cartillas de racionamiento. Los sueldos eras miserables, insuficientes para sacar a la familia adelante.
Desde el punto de vista cultural, cabe destacar el destierro de los intelectuales y artistas más importantes, a causa de la actitud de los gobernantes fascistas contra todo lo que supusiera libertad de pensamiento. El fusilamiento de García Lorca o el encarcelamiento de Miguel Hernández, entre otros muchos, decidieron a una gran parte de la intelectualidad a tomar el camino del exilio hacia Francia, México o Suramérica. La consecuencia inmediata fue un gran vacío intelectual, una fuerte censura que no dejaba pasar ni una coma fuera de las pautas franquistas, la publicación de traducciones a falta de material nacional y el resurgimiento de la novela rosa. Este género, como otros del mismo estilo (novelas de vaqueros, etc.), contribuyeron a acentuar el papel de la mujer, cuyas ambiciones se centraban en encontrar un hombre perfecto para formar su familia.
Contexto literario
Angustia, aislamiento y desarraigo definen a grandes rasgos la producción novelística de los años 40 en España. Un país en posguerra, autarquía y crisis acuciantes donde rampaba el hambre, el revanchismo, el odio y el silencio impuesto.
En 1942 se inicia la novela existencial con La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela a la que seguirán Nada de Laforet en 1944 y La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes en 1948. En estas novelas se refleja la vida cotidiana de la Posguerra pero sin llegar a la denuncia social, cosa que la férrea censura hace imposible. En ellas prevalece la frustración de la vida cotidiana, la angustia por un tipo de vida no deseada, la tristeza y el ansia existencial.
Recogen las ideas filosóficas europeas del momento, concretamente el Existencialismo de Sartre, y lo aplican a la amargura de la vida cotidiana. Elementos presentes en estas novelas son el relato de la soledad, la frustración por una sociedad en decadencia, la inadaptación, los personajes marginados o desarraigados y la muerte. Las causas de este tipo de temática corresponden al contexto histórico, es decir, a la sociedad de la posguerra española.