LOS MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA
Amigos y vasallos de Dios omnipotente,
Si quisierais escucharme atentamente,
Querría contaros un suceso excelente:
Lo tendréis al final por bueno verdaderamente.
Yo, maestro Gonzalo de Berçeo llamado,
Yendo de romería me encontré con un prado
Verde y muy hermoso, de flores bien poblado,
Lugar apetecible para un hombre cansado.
Daban gran olor las flores bien olientes,
Refrescaban al hombre la cara y la mente,
Manaban de cada peña fuentes claras y corrientes.
En verano bien frías, en invierno calientes.
MILAGRO VIII EL ROMERO DE SANTIAGO
Un fraile de su casa Giraldo era llamado,
antes que fuese monje no era muy enseñado,
De vez en vez hacía locuras y pecado
Como hombre soltero que vive sin cuidado.
(...)
Cuando iban a salir, hizo una enemiga:
No guardó penitencia como la ley obliga,
En vez de hacer vigilia se acostó con su amiga
Y metiose en camino con esta mala ortiga.
No había andado mucho aún de la carrera
—apenas podía ser la jornada tercera-
Cuando tuvo un encuentro por una carretera:
Mostrábase por bueno, y en verdad no lo era.
(...)
Dijo el falso Santiago: «este es el juicio:
Que te cortes los miembros que hacen el fornicio.
Así que te degüelles harás a dios servicio,
que de tu carne misma le harás tu sacrificio.
Creyolo el infeliz, loco desconsejado:
Sacó su cuchillejo que tenia amolado,
Cortó sus genitales el malaventurado,
Así se degolló, murió descomulgado.
(...)
Dijo Ella: «Yo esto mando y doylo por sentencia:
El alma por la cual sostenéis la pendencia
ha de volver al cuerpo y hacer su penitencia;
luego coma merezca recibirá la audiencia.»
(...)
Levantose el cuerpo que yacía trastornado,
Limpiábase la cara Giraldo el degollado:
estúvose un momento medio desconcertado,
como el hombre que duerme y despierta enojado.
(...)
De la llaga que tuvo de la degolladura
apenas parecía la sobresanadura:
Perdió todo color y toda calentura;
Todos decían: «este hombre fue de buena ventura.»
De todo lo otro estaba bien sano y mejorado,
fuera de un hilito que tenia atravesado;
mas lo de la natura, cuanto que fue cortado,
no le volvió a crecer, y quedo en ese estado.
Todo estaba bien sano, todo bien encorado;
Para verter sus aguas le quedaba el forado.
Requirió su repuesto, lo que traía enfardado,
Pensó en seguir su vía bien alegre y pagado.
Si quisierais escucharme atentamente,
Querría contaros un suceso excelente:
Lo tendréis al final por bueno verdaderamente.
Yo, maestro Gonzalo de Berçeo llamado,
Yendo de romería me encontré con un prado
Verde y muy hermoso, de flores bien poblado,
Lugar apetecible para un hombre cansado.
Daban gran olor las flores bien olientes,
Refrescaban al hombre la cara y la mente,
Manaban de cada peña fuentes claras y corrientes.
En verano bien frías, en invierno calientes.
MILAGRO VIII EL ROMERO DE SANTIAGO
Un fraile de su casa Giraldo era llamado,
antes que fuese monje no era muy enseñado,
De vez en vez hacía locuras y pecado
Como hombre soltero que vive sin cuidado.
(...)
Cuando iban a salir, hizo una enemiga:
No guardó penitencia como la ley obliga,
En vez de hacer vigilia se acostó con su amiga
Y metiose en camino con esta mala ortiga.
No había andado mucho aún de la carrera
—apenas podía ser la jornada tercera-
Cuando tuvo un encuentro por una carretera:
Mostrábase por bueno, y en verdad no lo era.
(...)
Dijo el falso Santiago: «este es el juicio:
Que te cortes los miembros que hacen el fornicio.
Así que te degüelles harás a dios servicio,
que de tu carne misma le harás tu sacrificio.
Creyolo el infeliz, loco desconsejado:
Sacó su cuchillejo que tenia amolado,
Cortó sus genitales el malaventurado,
Así se degolló, murió descomulgado.
(...)
Dijo Ella: «Yo esto mando y doylo por sentencia:
El alma por la cual sostenéis la pendencia
ha de volver al cuerpo y hacer su penitencia;
luego coma merezca recibirá la audiencia.»
(...)
Levantose el cuerpo que yacía trastornado,
Limpiábase la cara Giraldo el degollado:
estúvose un momento medio desconcertado,
como el hombre que duerme y despierta enojado.
(...)
De la llaga que tuvo de la degolladura
apenas parecía la sobresanadura:
Perdió todo color y toda calentura;
Todos decían: «este hombre fue de buena ventura.»
De todo lo otro estaba bien sano y mejorado,
fuera de un hilito que tenia atravesado;
mas lo de la natura, cuanto que fue cortado,
no le volvió a crecer, y quedo en ese estado.
Todo estaba bien sano, todo bien encorado;
Para verter sus aguas le quedaba el forado.
Requirió su repuesto, lo que traía enfardado,
Pensó en seguir su vía bien alegre y pagado.