Las mesas volcaron
¡Arriba!, ¡arriba!, amigo mío, y deja tus libros;
seguro que crecerás el doble:
¡arriba!,¡ arriba!, amigo mío, y aclara tu mirada,
¿por qué todo este afán y estos problemas?
El sol, sobre la cabeza de la montaña,
un lustre refrescante y maduro,
a través de todos los campos largos y verdes ha extendido
su primer dulce rayo amarillo de la tarde.
¡Libros! Es una lucha aburrida y sin fin :
ver, escucha al verderón del bosque:
¡ cuán dulce su música! , por mi vida
que hay más sabiduría en él.
¡ Y escucha! ¡ Cuán alegre canta el tordo!
Tampoco es mal predicador:
ven hacia la luz de las cosas
deja a la Naturaleza ser tu profesor.
Tiene un mundo de presta riqueza,
nuestras almas y corazones para bendecir,
sabiduría espontánea respirada con salud,
verdad respira da con alegría.
Un impulso de un bosque vernal
quizás te enseñe más del hombre,
del mal y el bien, de la moral,
que cuanto todos los sabios pueden.
Dulce es el sabor que trae la naturaleza;
nuestro retorcido intelecto
desfigura las formas bellas de las cosas:
asesinamos para disecar.
Basta de Ciencia y Arte;
cierra esas hojas yermas;
ven, y tráete un corazón
que vigile y reciba
seguro que crecerás el doble:
¡arriba!,¡ arriba!, amigo mío, y aclara tu mirada,
¿por qué todo este afán y estos problemas?
El sol, sobre la cabeza de la montaña,
un lustre refrescante y maduro,
a través de todos los campos largos y verdes ha extendido
su primer dulce rayo amarillo de la tarde.
¡Libros! Es una lucha aburrida y sin fin :
ver, escucha al verderón del bosque:
¡ cuán dulce su música! , por mi vida
que hay más sabiduría en él.
¡ Y escucha! ¡ Cuán alegre canta el tordo!
Tampoco es mal predicador:
ven hacia la luz de las cosas
deja a la Naturaleza ser tu profesor.
Tiene un mundo de presta riqueza,
nuestras almas y corazones para bendecir,
sabiduría espontánea respirada con salud,
verdad respira da con alegría.
Un impulso de un bosque vernal
quizás te enseñe más del hombre,
del mal y el bien, de la moral,
que cuanto todos los sabios pueden.
Dulce es el sabor que trae la naturaleza;
nuestro retorcido intelecto
desfigura las formas bellas de las cosas:
asesinamos para disecar.
Basta de Ciencia y Arte;
cierra esas hojas yermas;
ven, y tráete un corazón
que vigile y reciba